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Ibero-Amerikanisches Institut
Preussischer Kulturbesitz


Frontispicio




Historia del IAI

Un puente entre los mundos

El Instituto Ibero-Americano (IAI) es un ejemplo único de continuidad institucional al servicio del entendimiento y del diálogo intercultural de Alemania con América Latina y la Península Ibérica. Ya antes de la Primera Guerra Mundial se había extendido la idea de que era menester cultivar y coordinar las relaciones científicas y artísticas que venían desarrollándose de tiempo atrás entre Alemania y América Latina. Las primeras entidades alemanas dedicadas a la región – el Instituto Alemán-Sudamericano de Aquisgrán (1912) y el Instituto Ibero-Americano de Hamburgo (1917) – fueron fruto de la combinación de los intereses económicos y los científicos. Por otra parte, el Ministerio de Educación de Prusia concibió la idea de fundar en Berlín una oficinal central de información para alemanes/alemanas y latinoamericanos/latinoamericanas. Pronto se advirtió, sin embargo, que la institución proyectada debía de encargarse de múltiples tareas.

Para que estos planes se hicieran realidad fue necesario un estímulo más. Éste llegó en forma de una donación del extranjero: el erudito argentino Ernesto Quesada donó al Estado Prusiano una biblioteca particular de 82.000 volúmenes reunidos por él y su padre Vicente, con la condición de que sirviera como germen de un nuevo instituto encargado de cultivar las relaciones intelectuales entre Alemania y América Latina. Así surgió el modelo de tres pilares – información, investigación e intercambio cultural – que continúa vigente hasta hoy.

Además de la Biblioteca Quesada, los fondos iniciales del IAI incluyeron también los 25.000 volúmenes de la "Biblioteca Mexicana" que había reunido Hermann Hagen con apoyo del presidente de México, Plutarco Elías Calles, y los libros que había coleccionado Otto Quelle, geógrafo de Bonn, con ayuda del cónsul de Brasil, Otto Mattheis, y que hasta entonces se habían conservado en el Instituto Ibero-Americano de la Universidad de Bonn, disuelto poco antes.

Los planes elaborados para la nueva institución preveían el establecimiento de departamentos por países, que serían dirigidos por especialistas. Esos cargos se encomendarían a representantes de diferentes disciplinas, los cuales realizarían tareas de investigación con el apoyo de los científicos y científicasde su departamento y también en cooperación con los otros. Se esperaba que, por medio de sus publicaciones, el Instituto lograría forjarse prestigio académico. Otra de las tareas del IAI era prestar apoyo a los artistas y científicos y científicaslatinoamericanos residentes en Alemania en todo lo concerniente al intercambio cultural. El IAI se proponía también contribuir a "ilustrar sobre los rasgos distintivos de los países ibero-americanos" y a la "erradicación de falsas ideas". La biblioteca habría de actualizarse permanentemente a través de nuevas adquisiciones y canje.

El Instituto Ibero-Americano fue fundado en Berlín en enero de 1930. En conmemoración del "comienzo de las relaciones entre el Nuevo y el Viejo Mundo", la ceremonia de inauguración se celebró el 12 de octubre, día del descubrimiento de América por Colón, llamado también "Día de la Raza". Otto Boelitz, ex-ministro de Cultura y Educación de Prusia, fue nombrado director del Instituto, el cual fue instalado en salones representativos ubicados en el Marstall, el ala de las antiguas Caballerías del Palacio de Berlín, donde podían realizarse conferencias y actos de importancia. En los años siguientes, el "Día de la Raza" se celebró regularmente en el salón de actos del IAI.

En la primera etapa, la vida interna del Instituto fue mucho más modesta de lo hubieran hecho suponer los planes originales debido a que, en los años de crisis económica, el IAI obtuvo sólo un presupuesto reducido del Estado Prusiano. En 1934, el general de división retirado Wilhelm Faupel, vinculado al Partido Nacionalsocialista (NSDAP), asumió la dirección del IAI y lo puso al servicio del régimen.

Faupel ocupó cargos importantes en diversas organizaciones económicas y otras asociaciones, y creó una red de estrechas relaciones con América Latina y la Península Ibérica. Bajo su dirección, el IAI amplió su importancia como centro de referencia para las élites latinoamericanas y españolas. Al mismo tiempo produjo escritos propagandísticos para los ministerios alemanes y también los distribuyó directamente al extranjero. Sin embargo, el Instituto no llegó a desempeñar un papel destacado en la política exterior del régimen nazi. En 1941 tuvo que ceder su sede al Departamento de Política Colonial del NSDAP y trasladarse a la elegante aunque algo apartada Villa Siemens, sita en Berlín-Lankwitz.

El trabajo científico del Instituto se desarrollaba entonces con limitada autonomía respecto de la política general de Faupel. Ya en 1930, el IAI había asumido como parte de su programa la publicación de la revista interdisciplinaria Ibero-Amerikanisches Archiv, fundada por Otto Quelle. A partir de 1939 apareció Ensayos y Estudios, una revista de cultura y filosofía en lengua española y portuguesa. Al mismo tiempo fue creciendo la biblioteca. En particular se registraron progresos en la catalogación de los grandes fondos, los cuales además fueron ampliados mediante adquisiciones y canje con otras instituciones. Además, el IAI pronto estuvo en posesión de una serie de documentos, colecciones y legados de preeminentes investigadores. En esos materiales, que se revelarían como una fuente casi inagotable para posteriores generaciones de investigadorese investigadoras, se basaron las primeras ediciones de textos publicadas por el Instituto en la serie Fuentes de la historia antigua de América, anotadas en las lenguas de los aborígenes.

Hacia fines de la guerra, el personal del Instituto había quedado muy reducido, y fue necesario suspender la producción científica. Los ataques aéreos y los combates dejaron sus huellas en la institución: se perdieron cerca de 40.000 volúmenes. Las 600 cajas de libros y revistas que habían quedado en el Marstall permanecen desaparecidas hasta el día de hoy, lo mismo que otros fondos que habían sido retirados de la Villa Siemens con la intención de ponerlos fuera de peligro. También Faupel desapareció. Lo más probable es que, junto con su mujer, se haya quitado la vida poco antes de terminar la guerra.

El Ministerio de Guerra de Estados Unidos tenía conocimiento de las actividades propagandísticas del IAI, razón por la que consideró la posibilidad de disolverlo. No obstante, los colaboradores que aún quedaban lograron imputarle a Faupel la responsabilidad exclusiva de todas las actividades políticas. De esa forma, el Instituto pudo sobrevivir como "Biblioteca Latinoamericana" bajo la competencia de las autoridades municipales de Berlín. El nuevo nombre expresaba la restricción oficial de sus funciones a las de una biblioteca especializada. Lo primero que se procuró fue recuperar el nivel que tenía la biblioteca antes de la guerra mediante adquisiciones, canjes y donaciones. Pronto se empezó también a revitalizar las actividades científicas y de intercambio cultural con España, Portugal y América Latina, si bien de un modo no enteramente explícito. El investigador del IAI Gerdt Kutscher logró ya en 1949 publicar el tercer tomo de las Fuentes de la historia antigua de América, y el cuarto siguió menos de un año más tarde. Con la exposición "Argentina en el libro y la imagen", que se inauguró en 1954 en presencia del ministro de Educación de Berlín y del embajador de Argentina, el IAI volvió a alcanzar resonancia pública.

El mismo año, por decisión del Senado de Berlín, la institución fue rebautizada "Biblioteca Ibero-Americana" y el 12 de octubre de 1955 celebró sus 25 años. Por esas fechas trabajaban en el IAI once empleados de plantilla, cuatro de ellos con formación científica, y quince personas con contratos temporarios. Los fondos de la biblioteca sumaban 230.000 volúmenes y unas 1.000 revistas bajo suscripción, con un crecimiento anual aproximado de 10.000 volúmenes. En la misma época se creó la segunda serie de publicaciones referida a las antiguas culturas americanas, Monumenta Americana. La vieja tradición interdisciplinaria renació tres años después con la Bibliotheca Ibero-Americana.

El Instituto Ibero-Americano recobró su nombre original en 1962, cuando fue incorporado a la Fundación Patrimonio Cultural Prusiano, que fue creada con el fin de "conservar, cultivar y completar" los bienes culturales prusianos que le fueron confiados y "garantizar la utilización de ese patrimonio cultural en la ciencia, la educación y el intercambio cultural entre los pueblos en provecho del interés general". A partir de entonces, el IAI volvió a desplegar una amplia gama de actividades: se fomentaron, aunque con intensidad diferente, conciertos, exposiciones, encuentros de escritores, otros actos culturales, la recepción de huéspedes extranjeros, el trabajo de la biblioteca y la investigación. Las relaciones directas del Instituto con América Latina fueron revalorizadas para fortalecer la posición política exterior de la RFA frente a la RDA y se advirtió que no es posible establecer relaciones culturales duraderas sin contactos personales continuos. Con el fin de afirmarlos, Hans-Joachim Bock, a la sazón director del Instituto, emprendió siete prolongados "viajes de adquisición de libros" que no sólo tenían el propósito de mejorar la obtención de los mismos, sino también intensificar la cooperación con autores, libreros, editores y representantes de instituciones científicas mediante encuentros personales.

En los años siguientes también aumentaron las publicaciones del IAI. En 1973 apareció el primer número de la revista Indiana, con artículos sobre etnología, arqueología y lenguas indígenas de América. Un viejo deseo se hizo realidad con el inicio de la nueva serie del Ibero-Amerikanisches Archiv en 1975. Conforme a la vieja tradición del Instituto, esta revista interdisciplinaria pretendía llegar a un círculo internacional de lectores publicando contribuciones científicas en diferentes idiomas.

Bajo la dirección de Wilhelm Stegmann, el IAI se trasladó a su sede actual a comienzos de 1977. Unos seis meses duró la mudanza de la Villa Siemens, que ya resultaba demasiado estrecha, al edificio que se había levantado, siguiendo los planos del arquitecto Hans Scharoun, al sur de la Biblioteca del Estado en la Potsdamer Straße. Este cambio no sólo significó una modernización de las instalaciones y un mejoramiento del servicio, sino también la incorporación del IAI al Foro de la Cultura. Aquí celebró el Instituto sus 50 años y organizó en 1983 una serie de actos con ocasión del bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar. Luego de la caída del muro de Berlín, el IAI quedó situado en un lugar central de la capital de la Alemania reunificada. Bajo la dirección de Dietrich Briesemeister, el Instituto amplió en los años siguientes su programa de actividades, fortaleció su trabajo de publicación, intensificó su cooperación en redes y adoptó un sistema de procesamiento electrónico de datos para la biblioteca.

A pesar de su prolongada evolución favorable, el IAI tuvo que someterse a una nueva prueba cuando el Tribunal Federal de Cuentas recomendó, en 1996, la suspensión de la investigación, las publicaciones y las actividades culturales, y la incorporación de sus fondos a la Biblioteca del Estado. El IAI recibió entonces el apoyo de la Fundación Patrimonio Cultural Prusiano, de representaciones diplomáticas, asociaciones internacionales, instituciones científicas, entidades culturales e importantes personalidades del ámbito cultural, tanto dentro como fuera de Alemania, para poder continuar sus tareas tradicionales.

A partir del año 2000, Günther Maihold dirigió la implementación de una serie de reformas basadas en las recomendaciones de una comisión de expertos y orientada a la reestructuración y modernización del IAI, lo cual no sólo permitió mejorar su trabajo sino también asegurar su autonomía institucional. La concepción original de tres pilares, es decir de un centro cultural, de información y de investigación, se mantuvo inalterada. Barbara Göbel, la nueva directora, también mantendrá este curso. Hoy, como hace 75 años, el IAI se define como centro interdisciplinario de trabajo científico y de intercambio académico y cultural con América Latina, España y Portugal, cuyo núcleo es la mayor biblioteca europea especializada en esas regiones. Al mismo tiempo, el IAI es una sede extrauniversitaria de investigación y un punto de cristalización del diálogo entre Alemania y los países ibéricos y latinoamericanos. Tales funciones están interrelacionadas y se refuerzan mutuamente: una biblioteca especializada de alta categoría sólo puede desarrollarse y cumplir sus tareas en colaboración con un cuerpo de científicos y científicas competentes y participando en procesos de intercambio internacional. La investigación de alta calidad y competitiva internacionalmente, y el intercambio cultural de alto nivel requieren, por otra parte, una biblioteca excelente en todo sentido. Entre los tareas permanentes del IAI se cuentan la constante ampliación, catalogación y conservación de los fondos de la biblioteca, la realización de un programa de publicaciones, el desarrollo de la investigación científica en forma autónoma, la atención a investigadorese investigadorasvisitantes y becarios y becarias, el establecimiento de contactos científicos, el asesoramiento de instancias encargadas de tomar decisiones y el fomento del intercambio científico y cultural mediante publicaciones, jornadas científicas y actividades públicas. La especificidad y calidad de sus recursos y de su posición han hecho del IAI un centro de investigación y de diálogo intercultural nacional e internacionalmente reconocido con irradiaciones en el ámbito político, cultural y social.



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